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."Iglesia de Candonga - Provincia de Córdoba"
Acrílico sobre chapadur de José María Fojo, cm. 40,0 x 40,0 - Año 2001
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Vindicación del Apocalipsis
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.El pensamiento de que corren los tiempos del Apocalipsis es reconfortante. Porque el Apocalipsis es el lapso que media entre la primera y la segunda venidas de Cristo; significa, por tanto, que la segunda venida aún no se produjo. Tenemos asegurada, en consecuencia, con los simples requisitos de creer que Jesús es el Cristo y la obediencia a las leyes de Dios (que implican la obediencia a las leyes de los príncipes civiles —no a los príncipes civiles en sí mismos, sino a sus leyes legítimamente promulgadas—), la vida eterna y gloriosa en el reino de Cristo; el cual, como Él mismo dijo, no es de este mundo (el del Apocalipsis): "Mi reino no es de este mundo."
...Pero, si no nos hallamos en tiempos del Apocalipsis, entonces la segunda llegada del Cristo ya se verificó y los tiempos que transcurren son los de Su glorioso reinado: el otro mundo. Y como la vida que conocemos no tiene nada de gloriosa, debemos concluir que somos los réprobos que vivieron en tiempos del Apocalipsis, resucitados y vivos en la carne, esperando la muerte definitiva. Se nos aseguró: “Tuba mirum spargens sonum,” pero, ¿y si no oímos la trompeta del Juicio? ¿Si resucitamos y nos juzgaron sin que nos diéramos cuenta? Esta es una hipótesis torpe e improbable, pero posible. Nos quedan dos consuelos: uno, creer que vivimos en tiempos del Apocalipsis y que moriremos para resucitar y ser juzgados el día del Juicio Final (estamos a tiempo de merecer una sentencia favorable); el otro es que, si somos los réprobos, nuestra próxima muerte será la última, la definitiva. Hay un gran consuelo en saber que no habrá otra muerte.
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...Pero, si no nos hallamos en tiempos del Apocalipsis, entonces la segunda llegada del Cristo ya se verificó y los tiempos que transcurren son los de Su glorioso reinado: el otro mundo. Y como la vida que conocemos no tiene nada de gloriosa, debemos concluir que somos los réprobos que vivieron en tiempos del Apocalipsis, resucitados y vivos en la carne, esperando la muerte definitiva. Se nos aseguró: “Tuba mirum spargens sonum,” pero, ¿y si no oímos la trompeta del Juicio? ¿Si resucitamos y nos juzgaron sin que nos diéramos cuenta? Esta es una hipótesis torpe e improbable, pero posible. Nos quedan dos consuelos: uno, creer que vivimos en tiempos del Apocalipsis y que moriremos para resucitar y ser juzgados el día del Juicio Final (estamos a tiempo de merecer una sentencia favorable); el otro es que, si somos los réprobos, nuestra próxima muerte será la última, la definitiva. Hay un gran consuelo en saber que no habrá otra muerte.
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.J. M. F., 2008
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