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"Lo primero que el cuentista le pide a su lector es atención; el novelista, paciencia."

martes, 15 de diciembre de 2009

Film (Cuento)

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"Parque 3 de Febrero"
Óleo sobre cartón de José María Fojo, cm. 29,0 x 39,0 - Año 1999



Film

.¿Un cerrojo que se descorre? ¡Un maldito Jap escondido entre la maleza! Tac, tac: el ruido era inconfundible. Ahora, la bala anidaba en la recámara, como una larva de muerte. ¿Lo habrían visto? Se acható aun más contra el húmedo suelo de la selva filipina. ¿Dónde estaría ese condenado demonio amarillo, hediondo a pescado y mugre? Ningún Jap de cinco pies de altura podría liquidarlo; no, después de haber salido vivo del Iwo Jima y Guam. Hizo un movimiento de abanico con el fusil; en algún punto del ángulo barrido por el cañón del arma estaba el blanco (no ya un hombre, ni siquiera un Jap: un blanco.) ¿O serían varios? En este caso, no convenía denunciar su ubicación haciendo fuego: podría cargarse a uno, pero era hombre muerto en la mira de los otros. Automáticamente, su mano izquierda se deslizó por su flanco, anhelando la bayoneta (tendría que eliminarlos uno a uno, tomándolos por detrás y hundiéndoles el acero vertical en la base del cuello.) Pero, ¿dónde estaba el tahalí? ¡Idiota, salir de patrulla sin la bayoneta! Si los japoneses lo acribillaban, bien se lo merecía. Ahora, tendría que desnucarlos a culatazos.
.....Tac, tac. Otro cerrojo. Definitivamente, eran más de uno. ¿Y dónde se había metido ese imbécil sargento John Wayne? El ruido había sonado muy cerca; todos sus músculos se tensaron hasta que le dolieron, preparando el salto incontenible. De pronto, el japonés se irguió delante de él, una súbita silueta mortífera, color de lodo. Saltó; ya no tenía (¿cómo era posible?) el fusil para derribarlo de un exacto golpe en la quijada. En el aire, comprendió que no le quedaba sino estrangularlo con rapidez, sin darle tiempo para gemir. Simultáneamente, comenzó a luchar contra la invencible compulsión de gritar; sentía el grito rodando hacia arriba desde los alvéolos de sus pulmones, como una masa de mucosidad u odio condensado; ese grito iba a costarle la vida y no podía detenerlo.
.....Saltó afuera del pozo de zorro cavado en la turba, a la descubierta. El alarido ya se agazapaba detrás de sus dientes, ya se expandía fuera de su boca, llenando la atmósfera, despertándolo, abandonándolo a cuerpo gentil en una realidad más aciaga que su pesadilla.
.....Emboscados en la tenue neblina del crepúsculo matinal, los soldados de la patrulla inglesa disparan rápidos y certeros, bajo las frías e indiferentes constelaciones australes.

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José María Fojo
Primer Premio Concurso “Roger Pla” de Cuento Breve
Rotary Club de Ramos Mejía, Provincia de Buenos Aires, 1992.
Publicado en el libro “Prosperidad de las sombras”

El Francotirador Ediciones, 2000..
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