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"Lo primero que el cuentista le pide a su lector es atención; el novelista, paciencia."

viernes, 6 de junio de 2008

El descenso al Averno

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"Iglesia del Pilar"
Óleo sobre tela de José María Fojo, cm. 70,0 x 50,0 - Año 1994
Col. Teresa Álvarez Durán - Buenos Aires, Argentina
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El descenso al Averno
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Eneas encuentra el ramo de oro de Juno vaticinado por la Sibila de Cumas y lo presenta a Caronte, quien frente al talismán no puede sino llevarlo a través de la laguna Estigia para que lo ofrende a Proserpina. Ganado el acceso a los Campos Elíseos, la sombra de Anquises muestra a su hijo Eneas las almas que beben las aguas del Leteo para adquirir el olvido y poder reencarnarse; en particular, las almas de todos sus descendientes, los que perpetuarán en Roma la estirpe de los troyanos (Eneida, Libro VI.)
Pero, ¿esto es así? ¿No será que Eneas tiene una virtud mística y, dormido, sueña con Anquises y se desplaza, junto con la Sibila y la sombra de aquél, en un tiempo paralelo que les consiente vislumbrar el futuro? Es posible, pero preferimos la versión poética de Virgilio por su innegable superioridad.
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J. M. F., 2008
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