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"Lo primero que el cuentista le pide a su lector es atención; el novelista, paciencia."

martes, 10 de junio de 2008

Un Aleph es menos raro de lo que se cree

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"Casa Sueiro-Durán en Cavadosa, Pontevedra"
Acrílico sobre tela de José María Fojo, cm. 20,0 x 40, 0 - Año 2002
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Un Aleph es menos raro de lo que se cree
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“El Aleph” de Borges es un cuento archiconocido por todo el mundo y resultaría irrespetuoso intentar un resumen (los que no lo hayan leído, pueden hacerlo con provecho.) A aquéllos que ya lo han estudiado, les pregunto qué les parece este fragmento de “Lucrecio, poeta” del libro “Vidas imaginarias” (1896) de Marcel Schwob:
«Desde allí contempló la inmensidad hormigueante del universo; todas las piedras, todas las plantas, todos los árboles, todos los animales, todos los hombres, con sus colores, con sus pasiones, con sus instrumentos, y la historia de esas cosas diversas y su nacimiento y sus enfermedades y sus muertes.»
La atalaya de Lucrecio es sólo el cielo, visto desde un abra circular en un soto de alcornoques.
Sabemos que Borges incurrió en el culto de Schwob (nos parece manifiesta la influencia de "Vidas imaginarias" en "Historia universal de la infamia" y algunas páginas de "El hacedor.") “El Aleph” tiene epígrafes de Shakespeare (Hamlet) y Hobbes (Leviathan.) En un Epílogo fechado en 1949, el autor cree «notar algún influjo del cuento "The Crystal Egg” (1899) de Wells.»
A veces, algunas células se hipertrofian hasta convertirse en un tumor completo. Sólo necesitan un catalizador, o un medio propicio.
¿Comentarios?
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J. M. F., 2008.

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