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"La estación de Ashgrove"
Acrílico sobre cartón de José María Fojo, cm. 23,0 x 38,0 - Año 2009
Mi misión excluyente es la de transmitir el mensaje a mi jefe en Berlín. Conozco la ubicación del parque de artillería británico sobre el Ancre: el pueblo llamado Albert. Telefoneé a mi colega Hans Rabener para pedir su ayuda, pero la voz que contestó en alemán fue la del capitán inglés Richard Madden; luego Rabener está detenido o muerto. Ahora Madden debe de haberse lanzado en mi busca para matarme o lograr mi arresto: ya sabe que soy un espía de Alemania operando en Inglaterra e interrogarme será su principal obligación. Elaboro un plan desesperado: el listín de teléfonos me informa de la no lejana dirección de un tal Dr. Albert en Ashgrove, Staffordshire. Si lo mato, mi jefe verá la noticia en los diarios ingleses que revisa en Berlín y comprenderá el mensaje. No debo perder tiempo; subiré al primer tren, entraré en la casa y le pegaré un tiro.
...Al partir, veo a Madden que corre por el andén; por suerte no alcanza a treparse en el último vagón. Los horarios del ferrocarril me otorgan una ventaja de cuarenta minutos sobre mi perseguidor. Llegado a destino, unos muchachos me dan las señas de la casa del Dr. Albert. Me largo a pie bajo la luna a través de un bosque de fresnos, a matar un hombre que no conozco ni odio, obligado por la guerra. La monotonía de la marcha me hace pensar: los ingleses, por razones de seguridad, nunca permitirán que se haga público que yo, un chino reconocido como agente del enemigo, maté un hombre de apellido tan significativo para la inteligencia británica. Si lo mato y me prenden, los hechos no sólo no aparecerán en los diarios sino que los ingleses, tan legalistas como precavidos, me juzgarán in camera, en secreto, por las mismas razones de seguridad, bloqueando toda publicidad del asunto. Mi jefe jamás recibirá el mensaje y Alemania nunca bombardeará el pueblo de Albert.
...¡Qué lástima: un plan tan bien tramado! Tengo una única bala: ¿cómo usarla? Me siento debajo de un fresno a esperar a Madden, que ya debe de estar llegando para conducirme a la horca.
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José María Fojo, 2010.
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